El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

martes, 20 de noviembre de 2007

El gran pequeño paso de Blázquez

Es un pequeño paso para Blázquez, pero un gran paso para la Conferencia Episcopal Española. Su presidente ha pedido perdón por “actuaciones concretas” de la Iglesia durante la Guerra Civil. Ha sido con la boca pequeña y en forma de parábola –que es como la Iglesia Católica revela sus verdades– pero menos es nada. Con Galileo Galilei tardaron cuatro siglos en reconocer el error y esta disculpa llega sólo 32 años, 32 veintes de noviembre, tarde.

A Ricardo Blázquez le puso el apodo Arzalluz. “Un tal Blázquez”, le espetó con desprecio cuando se entero de que la Iglesia había nombrado obispo de Bilbao a un natural de Ávila. El tal Blázquez, sin embargo, se ganó después el respeto del nacionalismo moderado, al tiempo que las críticas del PP y del sector más duro de la Iglesia española, de aquellos que reniegan del cardenal Tarancón. Ayer Ricardo Blázquez, en su histórico discurso, reivindicó su memoria y recordó su papel aperturista. Sentado a su derecha, impasible el ademán, Antonio Cañizares, el obispo (del Alcázar) de Toledo, que dice que “la unidad de España es un bien moral” cuando se le pregunta por el Estatut. A su izquierda (y me refiero a la silla), Rouco Varela. Con esa escolta, el pequeño paso de Blázquez vale el doble.

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