El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

lunes, 5 de mayo de 2008

No exacerbar, no facilitar. No provocar, no caer en las trampas.

Desde la noche del 9 de marzo se ha intensificado el cruce de mensajes, por vía directa e indirecta, entre Sabin Etxea, La Moncloa y los cuarteles generales del partido socialista en Madrid y en la capital vizcaína. El último, ayer Andoni Ortuzar desde Markina.

En el reportaje de Emilio Alfaro ayer en EL PAÍS comentaba que la inquietud del PNV de Iñigo Urkullu ante la colisión que se avecinaba y su convicción de que se imponía un cambio de rumbo era anterior a las elecciones, pero después, se ha hecho aun mas acuciante.

Por primera vez en muchos años, el nacionalismo institucional es más dependiente de la ayuda que pueda recibir de los socialistas que a la inversa.

El PNV se esfuerza por parar la cuenta atrás del Lehendakari sin que suponga una desautorización de su persona, y aceptaría como solución para su partido el compromiso de abrir una reforma estatutaria que contemple un "acuerdo singular" entre Euskadi y el Estado.

Sin embargo, los de ZP sólo estarían abiertos a explorar una revisión del Estatuto de Gernika "sin condiciones previas" y después de que Ibarretxe "retire su plan".

En los últimos días se han multiplicado los mensajes dirigidos al lehendakari desde la dirección del PNV para que flexibilice su posición y no lleve al partido al despeñadero de un referéndum que no va a poder celebrarse pero sí puede tener un alto coste político y electoral.

A las malas, el PNV está dispuesto a ir al choque con los socialistas en las elecciones, a recoger el guante de la confrontación, tal como decía Ortuzar ayer.

Esperemos que ningún pulso de este tipo sea necesario, que no nos equivoquemos nadie de contrario y que guardemos la mayor parte de nuestras energías para luchar contra nuestro autentico enemigo común.