En un intento desesperado de recordarnos el esperpéntico "aquí estoy yo", ataca en el día del trabajo la sede para la seguridad y la salud laboral, en un claro ejemplo de estupidez fascista.
Lamentable ETA, y lamentable también la actitud de quienes le jalean o aplauden fuera de los micrófonos, de quienes no le condenan ni reprueban sus actos y de quienes callan y miran a otro lado.