El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

viernes, 30 de mayo de 2008

¡Mal rollo!

Los días que me acerco al centro de la metrópoli y me desplazo por la Gran Vía bilbaína de un sitio a otra, siempre con prisas, pero procurando no perderme los detalles de lo que me circunda, suelo coincidir con dos chicas que vestidas de blanco "adornan" el paisaje cotidiano y que, con su presencia inmóvil, albergan una pretensión, entiendo que, además de la propiamente económica, la de deleitarnos con su presencia, de una supuesta singular belleza. De esta manera pretenden intercambiar belleza estética por dinero. A mí, personalmente me transmiten tristeza, inmovilismo y desesperanza.

Y cuando comienzo este tipo de reflexiones, siempre las relaciono con los barraqueros y el circo que visita anualmente Sopelana y pueblos similares. Se supone que vienen a transmitir y vender alegría. A mí, personalmente, lo que me transmiten es tristeza y cutrerío.

De la misma forma, están los políticos que se supone que te intentan vender esperanza, nuevos horizontes y verdes praderas que, una vez comprobadas su inexistencia y/o imposibilidad de alcanzarlas, de pisarlas, de vivirlas o de experimentarlas, te conducen a la frustración, desesperanza e imposibilidad de albergar mas confianza en ellos.