Imagínense ustedes un local donde está terminante prohibido fumar. Alguien que ya ha sido expulsado del mismo por incumplir la norma, llama a la puerta con tres paquetes de tabaco en el bolsillo y un mechero en la mano que tiene cerrada. Con la otra mano, abierta y con los dedos extendidos intenta señalar al portero su intención de respetar todas las reglas.
A mi, y creo que a la mayoría de la gente, sabiendo que no es la primera vez que nos miente, me parecería razonable que en la puerta se le reclame de manera convincente que o deja el tabaco fuera o no entra.
Desde dentro de la sala se oyen voces solicitando que se le permita la entrada porque dicen saber que esta vez va en serio, pero los más, también desde dentro, siguen insistiendo que por historia del solicitante y por seguridad de los que llevamos en las instalaciones muchos años, mejor exigirle desde el principio que si quiere entrar que haga como los demás. Sin tabaco en los bolsillos, ni mecheros.
Suena razonable ¿no?
Sustituyamos "ausencia de tabaco" por "democracia" y pongamos en la puerta de la entrada a quienes quieren participar de la vida democrática como los demás. Sigue sonando razonable la misma exigencia previa ¿no?