a partir de cierto tamaño las entidades se mantienen por sí mismas, que nada puede hacerlas desaparecer y que, por tanto, todo esfuerzo que se haga para su sostenimiento es una pérdida absurda de tiempo y de dinero, eso cuando no un engaño urdido por taimados individuos o grupos para “sangrarnos”. Algo de esto sabe la iglesia católica que lleva décadas comprobando, primero asombrada y más tarde resignada, la tacañería de los fieles de la catolicísima España.
Evidentemente tamaña estupidez no se sostiene ni de lejos. Las cosas existen, las buenas y las malas, porque alguien, tal vez usted mismo, decide asignarles dinero, recursos o ambas cosas.
Desde hace meses Televisión Española ha dejado de emitir publicidad. El resultado inmediato ha sido un remonte en las audiencias de la cadena, tan alentador como inútil desde el punto de vista de los ingresos. Es claro, las buenas audiencias agradan pero de poco sirven si ya no pueden “venderse” a quienes las compraban: los anunciantes, cuyo dinero permitía mantener la cadena y adquirir o producir nuevos programas.
El artículo, de Carlos Gorostiza, sigue en su blog. La televisión es un medio que precisa de audiencias importantes. Solo ellas justifican las grandes inversiones que el medio necesita. Expulsar a la pública del mercado es privarla del feedback que necesita para mantenerse viva en el pelotón de cabeza del mundo audiovisual. Es evidente que las cosas no se desploman de hoy para mañana y que la inercia tiene su papel pero también lo es que un medio tan caro no puede mantenerse en precario, a la espera de saber si su financiación va a llegar o no y cuándo lo hará.
Los que se ven capaces de gestionar importantes, aunque locales, televisiones privadas, pronto propondrán el mismo camino para ETB. Espero que no caigamos en la misma trampa.