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jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Por qué ningún gobierno está a favor de la legalización de las drogas?

Es una pregunta que nos hacemos periódicamente, y tal como acaba el artículo de Rosa Regás, prohibir no es la solución:

La noticia aparecida el pasado día 13 sobre la introducción de una droga barata y muy tóxica llamada 'basuco' en el mercado de Barcelona coincidió más o menos con las declaraciones del presidente Felipe González en México defendiendo que la única forma de acabar con la brutal violencia del narcotráfico era la legalización de las drogas. Había muchas dificultades para que esta medida la tomara un solo país, dijo, ya que la legalización aumentaría momentáneamente la venta de drogas en ese territorio, lo que ningún jefe de Estado podría asumir. Por tanto, sólo sería posible si la medida fuera tomada internacionalmente y quedaran colgando de sus antiguos mercados los traficantes que ya no tendrían negocio que defender, ni competidores a los que asesinar.

Inmediatamente la ultraderecha criticó las declaraciones del presidente con el único argumento de que, de legalizarse la droga a nivel internacional, los ciudadanos encontrarían toda clase de facilidades para consumir el tipo de droga que quisieran y en consecuencia aumentaría el número de drogadictos.

Grave error, tampoco hoy hay ninguna dificultad para hacerse con heroína, cocaína, ni siquiera 'basuco', esta nueva droga que ya ha invadido Barcelona. Sí en cambio disminuiría considerablemente el tráfico de unos países a otros porque, con la bajada de precios que supondría la legalización, a nadie compensaría mantener un entramado de distribución como el que cubre hoy todos los países productores y consumidores.


Las muertes por consumo son cifras irrisorias comparadas con las que ocurren por las luchas entre narcos que hoy asuelan ciudades, pueblos y países, que comienzan a no tener ni límite ni forma de atajarlas, como comprobamos a diario en México. La policía puede desmantelar los alijos de droga que quiera, que seguirán entrando y saliendo por todos los caminos imaginables, no sólo en España sino en todos los países del mundo.

¿Es posible que alguien crea que habrá más drogadictos si se legaliza la droga? Es de prever que ocurra lo mismo que en EE UU cuando cayó la ley seca: había los mismos consumidores y borrachos, pero dejaron de matarse los traficantes y de masacrarse las mafias que controlaban la operación.

Se podría investigar y conocer por qué ningún gobierno está en favor de la legalización. El narcotráfico es uno de los negocios más rentables de este mundo, mueve objetivos financieros, influencias, financia ejércitos y operaciones militares y sufraga gastos semiocultos en la oscura legalidad de los imperios, ese terreno viscoso donde se mueven tantos intereses indescifrables.

Si no es así, si los gobiernos lo que quieren es velar por la salud de sus ciudadanos, ¿por qué no prohíben el alcohol, responsable de un número infinitamente superior de muertes que la droga? Prohibir no es la solución.