El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

domingo, 26 de septiembre de 2010

Reflexiones después de un buen acuerdo

Motivos tiene Iñigo Urkullu para presentarse hoy ufano ante su militancia en esta nueva celebración del Alderdi Eguna. Lo apropiado será congratularse con el PNV por el éxito obtenido en beneficio del país y de su más pleno autogobierno. Zorionak.

Pero ahora, en cambio, cuando las ansias de desbordar el Estatuto no sólo se mantienen en vigor en los ánimos de no pocos jeltzales, sino que se han visto exacerbadas por la pérdida del Gobierno y por la competencia del llamado polo soberanista, el exceso de alegría por los avances en el camino hacia la culminación de las expectativas estatutarias podría ser interpretado por algunos como un signo de resignado autonomismo y de alicorta ambición abertzale.

Por otro lado, ¿por qué no se hizo antes lo que se hace ahora? ¡Principios de plastilina los que tan caprichosamente se moldean al albur de las circunstancias!  Todos los presidentes que han pasado por La Moncloa desde la Transición a esta parte. Todos ellos han acabado haciendo del proceso autonómico, por una mezcla de ignorancia, pusilanimidad e interés, un pulso político, en el que sólo la relación de fuerzas existente en cada momento, y para nada la racionalidad de la interpretación estatutaria y constitucional, determina cómo y cuándo han de producirse las diversas transferencias, permitiendo a los malpensados creer que el Estado de las Autonomías se le asemeja más a una chapuza improvisada que a una armoniosa construcción.