Paseaba el pasado viernes por los alrededores de La Catedral cuando vi la movida de camiones y montones de tierra acumulados sobre la acera. Recordé que habían anunciado que iban a cambiar el césped. Me acerqué y vi los trozo de hierba que dos días antes habían pisado por última vez los jugadores del Barça y nuestros leones en un partido memorable y me dije: A por un trozo. Dicho y hecho.