El blog Multiverso Incognoscible ha publicado un post de Domingo Benito que bajo el título de 10 falacias sobre la Ley Antitabaco esponde perfectamente a muchas de las simplezas que estos días intentan justificar lo injustificable.
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2. El humo de los coches. Los automóviles emiten, es verdad, innumerables sustancias nocivas al ambiente y muy cancerígenas. Es por eso que algunos defendemos más zonas peatonales y más transporte público, no me acuses de lo que no soy. Incluso así, recordemos que los coches no pueden emitir cualquier cosa y para eso hay algunas normas sobre tubos de escape y otros aparatos similares.
3. Los impuestos al tabaco. Es verdad que el Estado se embolsa cantidades mil millonarias en concepto de impuestos por el tabaco. Lo que no es verdad es que al Estado le interese que haya consumo de tabaco, no mientras la salud curativa siga también dependiendo del sector público (cuando esté plenamente privatizada ya hablaremos). El tabaco genera gastos muy superiores a lo recaudado por las cajetillas en concepto de tratamientos de cáncer, bronquitis y un descenso notable de la calidad de vida de toda la población. Daños en personas que derivan en gastos hospitalarios, uso de camas y tratamientos carísimos.
4. Prohibir, prohibir, prohibir. No sólo se prohíbe, también se intenta prevenir. Recordemos que hay campañas bastante duras (y más lo deberían ser) para intentar acabar con esa lacra que mata a decenas de miles de personas al año. Pero igualmente hay que tener en cuenta que no es la única conducta que está prohibida. Las sociedades democráticas tienen potestad y legitimidad para prohibir determinadas conductas: orinar y defecar en la calle, hacer ruidos a horas intempestivas, conducir borracho, contaminar las aguas… A nadie con dos dedos de frente y sin varios litros de alcohol en sangre se le ocurre reivindicar su derecho a escuchar música a todo volumen a las cinco de la mañana o a coger su coche después de ventilarse tres botellas de vino.
5. Si es tan malo ¿por qué no lo prohíben? Existen otras muchas sustancias que producen daño a la salud y no están prohibidas, ni tienen por qué estarlo. Además, la historia ha demostrado que prohibir las drogas no es la solución y a la Ley Seca me remito.
6. La gente no irá a los bares. La gente no va a los bares a fumar, va a los bares a relacionarse con otras personas, que pueden ser o no fumadores. No creo que mi grupo de amigos deje de salir de cañas a partir de ahora. Lo que sí tengo claro es que podré saborear los refrescos, las cañas y los vinos… y los pinchos sabrán a muchas cosas, pero no a tabaco.
7. Será un trauma insuperable. Los fumadores han superado situaciones similares. No hace demasiados años se podía fumar en los puestos de trabajo hasta que a alguien se le ocurrió que no tienes por qué morirte mientras haces los papeles de tu oficina. Pero antes se podía fumar en las clases e incluso en los autobuses y, que yo sepa, la gente ha entendido que eran espacios comunes
8. Se van a perder muchas cosas: sobremesas, tertulias… No, vamos a ganar muchas otras: calidad de vida, aire limpio, sobremesas agradables, tertulias sin humo, olores interesantes…
9. ¡Es mi bar y hago lo que me da la gana! Será tu bar pero tus trabajadores siguen teniendo el derecho a la salud en el trabajo. Además, la ley es para todos igual, que de eso se trata el asunto. O su vertiente esperpéntica ¡Los fumadores estamos perseguidos! Exageraciones las justas. Más bien parece que lo que estaba perseguida era la salud del resto cuando nos disponíamos a esa gran tradición española de salir todos juntos a tomar a algo.
10. Y si no se puede fumar en los bares ¿por qué hay máquinas de tabaco?Podríamos discutir si está bien o no que se venda en bares. Ahora, también puedo comprar preservativos en la farmacia y no me permiten usarlos allí o adquirir botellas de whisky en un supermercado pero no me tomo las copas entre los berberechos y los tomates cherry. No veo ninguna incoherencia en ello.