Estamos ante el fin, pero no nos corresponde a nosotros ponérselo fácil. Que acaben ellos, que son los que comenzaron, que hagan los deberes, que deshagan el camino recorrido.
Muchos pensabamos que el Estado democrático sería incapaz de arreglar el problema, sin pactos de por medio. Pensabamos que la legislación vigente era una exageración, por no decir una barbaridad. Lo pensabamos y lo escribimos. Sin embargo, los jueces y la policía han demostrado otra cosa, y Europa reconoció de forma explícita que la legislación era democrática. Así que nos equivocamos.
Muchos pensabamos que el Estado democrático sería incapaz de arreglar el problema, sin pactos de por medio. Pensabamos que la legislación vigente era una exageración, por no decir una barbaridad. Lo pensabamos y lo escribimos. Sin embargo, los jueces y la policía han demostrado otra cosa, y Europa reconoció de forma explícita que la legislación era democrática. Así que nos equivocamos.
La pelota no está ahora en nuestro tejado, sino en el suyo: nosotros estamos esperando a que caiga. Cuando ETA se marche, cuando acepte haber causado daño y cuando los otros condenen la violencia pasada y actual (las cartas de extorsión, por ejemplo) que hasta ahora han apoyado con artimañas directas o indirectas, habrá llegado nuestro turno. Mientras tanto, seguiremos como hasta ahora en el terreno judicial y policial, y cruzaremos los brazos en el político a ver qué pasa con la pelota. Procuraremos que al caer no nos de en el coco con demasiada fuerza.
Ahora es cuando no tenemos prisa, porque no estamos pidiendo nada del otro jueves. Cuando caiga la pelota… veremos.