Tengo miedo a que haya que guardar muy deprisa las banderas azuladas porque resulta que a la economía europea (y española) le da igual quien gane las elecciones.
Tengo miedo a que los ciudadanos, llenos de ilusión, unos, y desmoralizados, otros, se encuentren desconcertados una semana después de votar.
Tengo miedo a que nada vaya a mejor ni el día después, ni el mes después, ni el trimestre después, ni el año después.
Tengo miedo a haber puesto grandes esperanzas en gentes que conocen (espero) que no depende sólo de ellos sacar a España de la crisis que nos afecta. Pero no lo dicen.
Tengo miedo a que las medidas que se adopten sean todas de reducción de gastos. Habría que acordarse de los ingresos al mismo tiempo. Pero procuran no decirlo.
Tengo miedo de que, en el desorden, nadie se acuerde que siempre existe la esperanza de las nuevas tecnologías.
Tengo miedo de que para reactivar el crédito se decida ayudar con dinero público (el nuestro) a todos los bancos y cajas con problemas. Me asusta que nadie aclare qué se quiere decir con eso de la creación de “bancos malos”: suena a que los malos los cargamos a los impuestos y los buenos a los accionistas.
Tengo miedo de que, allá para el inicio de otoño, las gentes más conservadoras nos pidan un “gobierno de unidad nacional”.
Tengo miedo de que no sepamos responder que siempre debe haber una posible alternativa.
Tengo miedo de que no se sepa explicar claro en Europa que, en los “titanics,” se ahogan hasta los de las camarotes más caros y que Europa no puede hundirse por trozos,
Tengo miedo que muchos sigan creyendo que esta crisis terminará devolviendonos al mundo que se nos cayó en pedazos al empezar estos años: no nos engañemos, claro que empezará otro mundo, pero no va a ser igual que el que se nos ha caído.
Tengo miedo de que no se entienda que la globalización del mundo nos ha hecho más ricos y nos hará más pobres poco después.
Tengo miedo de que no se entienda que esta globalización fomenta las diferencias dentro de los ricos y las igualdades entre los pobres. Pero a unos niveles nunca vistos. Sencillamente planetarios. Da miedo.
Tengo miedo de que no se entienda que el capitalismo liberal siempre necesitará frenos y que la socialdemocracia siempre necesitará apoyo social. La tentación de tirar por la calle del medio en los dos casos viene de atrás y seguirá viva siempre.
Tengo miedo de que nos podamos olvidar de las consecuencias que en la Historia reciente ha tenido esos olvidos.
Al final, Tengo miedo de que quienes ganen el 20-N no sepan lo complejo que es este momento.
Sinceramente:Tengo miedo.