El pasado jueves, a las tantas de la madrugada, los líderes europeos anunciaron a bombo y platillo una solución "integral y definitiva" para Grecia. Todos dimos un respiro. "Parece que esto se encauza". Los mercados recibieron las medidas con fuertes subidas. Creíamos que pronto se vería la luz al final del túnel.
Y sin embargo, apenas pasadas unas horas del festejo, Papandreu, con un par, da un giro drástico al asunto al anunciar un referéndum sobre los pactos de Bruselas, que no solo cuestiona la "solución definitiva" para Grecia, sino que pone en jaque el paquete completo: la recapitalización de los bancos, el tamaño del fondo de rescate para evitar el contagio hacia Italia y España y la quita pactada con los bancos para Grecia.
Yo pensaba que estas cosas no podían pasar en política, pero la realidad puede superar la ficción más surrealista. ¡Vaya que sí! Y si no que se lo digan a Merkel y Sarkozy.
Es cierto que se ha quedado sin apoyos dentro de casa, pero el órdago lanzado es demasiado fuerte. Me ha recordado, guardando todas las distancias y diferencias, al que propuso Felipe con el tema de la OTAN. También con un par. Este lo ganó. El qriego lo tiene jodido, porque preguntar a un conciudadano si prefiere que le puteen 80 o 180 veces parece que estimula aquello de "puestos a joderla, que se vaya todo a la mierda y a ver qué pasa".
