El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

lunes, 16 de septiembre de 2013

Más participación para salvar la política

No pienso que existan remedios institucionales mágicos a las carencias de nuestra vida política, pero no acepto resignación y fatalismo. Creo que la solución podrá venir de una mayor participación política en una sociedad largo tiempo desmovilizada; de ciudadanos que defiendan activamente aquello en lo que crean, fuera o dentro de los partidos; de que medios de comunicación y jueces desempeñen adecuadamente su papel de control. De que los ciudadanos mantengan toda la desconfianza política, pero sin ceguera alguna: descalificaciones genéricas de la política y de los políticos socavan la democracia. Nunca he comprendido por qué uno es felicitado por no volver a la política en vez de ser criticado.
Apoyo una reforma constitucional. Quiero un Estado laico de verdad; un mejor acomodo para Cataluña, cuya autonomía tiene una razón de ser muy diferente de aquellas para las que se pensó el artículo 143 de la Constitución; una Monarquía transparente y que rinda cuentas; una educación pública cuyo refuerzo requiere reformar el artículo 27 de la Constitución; una sanidad pública tratada como un derecho no relegado al artículo 43. Pero no basta con que yo lo quiera.
Una reforma constitucional no se puede justificar con el argumento de Jefferson de que una generación no puede ser gobernada por una Constitución elaborada por una generación anterior. La opinión de Madison ha prevalecido en todas las democracias: si una generación ha tenido que hacer frente al caos, ese caos no tiene por qué ser sufrido por generaciones siguientes. Las reformas solo se justifican con argumentos rigurosos acerca de problemas muy serios. Por poner algunos ejemplos: Cataluña, la política fiscal, la crisis del euro, programas de gasto social no redistributivo, la dirección política de la Unión Europea. Si no es así, reformar o renovar solo consistirá en fichar a un Justin Bieber; en sustituir ideas por palabras retóricas.
José María Maravall, sociólogo y político,fue ministro de Educación y Ciencia (1982-1988)
en Gobiernos de Felipe González.
Su libro más reciente es 
Las promesas políticas
(Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores).