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jueves, 19 de septiembre de 2013

Ser feliz es posible

Los conflictos personales condicionan la relación con los demás, la familia, los amigos, los compañeros de trabajo..., y no es posible mantener relaciones verdaderamente satisfactorias sin resolver estos conflictos propios. Desde luego, el entorno influye, favoreciendo o perjudicando, en el bienestar físico y psicológico de la persona, si bien el cambio debe surgir en cada individuo. Cuantas más personas felices haya, más fácil será que otros también lo sean.


Para comenzar esta tarea, primero debe uno darse cuenta y reconocer que tiene conflictos sin resolver. En ese sentido, el malestar o sufrimiento es el indicador de que algo en nuestra conciencia está pendiente de ser comprendido y resuelto

Una vez hecho esto hay que desechar las estrategias que no funcionan. Por ejemplo, resignarse al malestar, porque éste irá inevitablemente en aumento hasta que, tarde o temprano, resultará insoportable. Si de antemano uno afirma que no, que no es posible, con los argumentos que sean, entonces cierra la puerta a la solución. Muchas veces hemos oído, con dolor, consejos como "la vida es así" o "hay que aprender a vivir con ello", invitaciones a resignarse incluso por parte de profesionales, que se han resignado ellos mismos. Pero si uno está dispuesto a no rendirse, entonces puede encontrar la solución. Que la hay.


Habitualmente acumulamos los problemas, es decir, buscamos una solución rápida que deja el problema sin ser comprendido, ni resuelto. Por ejemplo, una persona que se siente insegura e inmediatamente quiere que esto cambie. Si se propone no ser insegura, se lo niega a sí misma, trata de sentirse segura sin entender el origen de su inseguridad... a la larga no funcionará. Los buenos propósitos y la fuerza de voluntad, por sí solos, nunca funcionan a largo plazo en el terreno psicológico, a lo sumo enmascaran el problema.

Esto supone que, una vez que uno es consciente de que sufre, que reconoce un problema, no debe tratar de cambiarlo inmediatamente. Para reparar un coche, un buen mecánico explora el motor hasta que encuentra qué es lo que está mal. Cuando ha comprendido a fondo el problema, lo arregla sin dificultad. 

María Ibáñez