Viendo lo mal que lo pasó Rajoy, su ausencia del resto de los debates se entiende mucho mejor. Si Rajoy sufre así con un debate a dos, imaginen cómo habría sido si se hubiese dignado a debatir con los demás.
El lunes el candidato del PP perdió los nervios. Se le notó: en la cara, en la pausa dramática y en la respuesta trastabillada e inconexa con la que contestó. Don Mariano Rajoy no está acostumbrado a que alguien, tan de cerca, le ponga en cuestión; que alguien le recuerde los sobresueldos, Bárcenas, Rato, Bankia, Granados, la Gürtel, la Púnica y su amnistía fiscal. “Hasta ahí hemos llegado”, respondió, con ese tono caciquil, con ese tic autoritario que siempre le sale cuando alguien le retrata como lo que es: un político indecente. Un presidente que tenía que haber dimitido un minuto después de conocerse los sobresueldos que cobró de Luis Bárcenas y los SMS de apoyo que le dedicó.