He aquí el "palacete" por el que estos días vemos babear a tantos nacionalistas españoles alegando estupideces para negar la mayor.
Una propiedad de "sea quien sea", que es robada por los nazis, y en esa dinámica se entrega a un gobierno de extrema derecha pero que, una vez muerto el asqueroso dictador, sus robos y patrañas deben ser restituidos a sus antiguos propietarios.
Esto, a cualquier demócrata le resulta razonable.
La realidad:
En el verano 1936 Antón de Irala, miembro del secretariado del PNV, acompañado de Federico Belausteguigoitia, llegaron a Paris en busca de vendedores de armas. Por otro lado, se necesitaba un local desde donde realizar gestiones diversas: desde atender a los primeros exiliados o dar cobertura a los empresarios vascos que no se habían sumado a la sublevación. En la capital francesa se encontraba Rafael Picavea, empresario y editor, que había montado allí una imprenta en sociedad con un judío.
Paseando con Irala y Belausteguigoitia, les mostró el "palacete" que estaba en venta a "muy buen precio". Su dueño lo había comprado poco antes con la intención de rehabilitarlo (estaba en un mal estado) para alquilarlo de personalidades y millonarios que viajan a Paris. Pero, el ambiente prebélico que vivía Europa no invitaba a grandes inversiones. Además, él mismo (el propietario) quería ponerse a salvo al otro lado del Atlántico.
Por resumir, Fede Belausteguigoitia se puso en contacto con su tío Francisco "Patxo", un importante empresario en México, militante del PNV, que puso todo su saldo en dólares para comprar la casa. Pero hizo más. Se puso en contacto con otros "millonarios" vascos, como Francisco Saralegui, de La Habana, y asimismo militante del PNV, que pusieron importantes cantidades de dinero (en dólares) con las que se completó la operación. Por razones fiscales, supongo, el propietario puso como condición que la compra del edificio no se escriturase hasta 1937, como efectivamente se hizo.
El edificio se puso a nombre de Marino Gamboa, un empresario (bien relacionado en los medios franceses y británicos), asimismo militante del PNV, por varias razones.
Una, porque el PNV no tenía entidad jurídica en Francia.
Otra, porque se ponía a salvo de cualquier otra "tentación". Gamboa era, por nacimiento, ciudadano de la Commowealth de Filipinas.
Al Estado español -en cualquiera de sus ramas, incluido el Gobierno autónomo- no le costó un duro el edificio. Con ayuda de los nazis y de un tribunal colaboracionista (mas las cosas de la guerra fría), ese mismo Estado español ha estado hasta ahora "de okupa". Digan lo que digan Mellado, Semper, Santiago González, De Andrés, Chacón... o Bildu.
Gracias Koldo San Sebastián por tus datos. Los difundo. https://www.facebook.com/TxatoEtxaniz
Y dicho todo esto, seguramente no se pueda discutir la propiedad.
Sí se puede opinar y pensar que hubiese sido más "bonito" y "elegante" que la propiedad hubiese quedado en manos del Gobierno vasco,
pero obviamente una cosa es el corazón y otra, la pasta.