La OTAN, o países que se encuentran bajo la influencia cultural americana, bajo el liderato indiscutible del EEUU dirigido por Trump y su "camarilla", está poniendo en cuestión el concepto político de Occidente, y si este desencuentro tan profundo se mantiene en el tiempo supondrá, sin duda que, como organización, carecerá de sentido y , esperemos que, de manera acordada, sus miembros consensúen su disolución.
Estados Unidos, por un lado, y Europa, por otro, en el día a día, cada vez coinciden en menos asuntos.
Incluso desde el punto de vista cultural y humanista, podemos ver que las diferencias son cada vez más grandes. En Europa la concepción de los derechos humanos es más completa, y entre otras cosas, exige la renuncia a la pena capital. En el ámbito del cambio climático las diferencias son mayúsculas, y el último paso del presidente ha sido el abandono del Acuerdo de París de 2016. Existen muchos más asuntos en los que la lejanía es cada vez más clara como consecuencia de las nuevas decisiones de Trump.
Europa y Estados Unidos cada vez van a tener menos en común, ya que sus planteamientos éticos son progresivamente diferentes y es muy difícil mantener una cooperación, y mucho más una alianza. Por eso, el sistema de seguridad colectiva que tenemos previsto entre ambos continentes, posiblemente, sea muy difícil de mantener.
El capitalismo de EE.UU. prima el beneficio sin reglas. El europeo, sin embargo, busca un equilibrio entre mercado, sociedad y Estado.
Así que parece claro que una de las prioridades actuales para la Unión Europea debe ser reforzar su política de seguridad y defensa, de forma rápida y autónoma, como se manifestó en el último Consejo Europeo informal.
