Iker Bermejo Ereño, esta semana, y con el altevoz de Iñali Anasagasti, opinaba sobre el vuelo de Leonor Borbón de ésta manera, que hago mía:
Que la heredera de la Corona reciba instrucción militar, incluido el pilotaje, es coherente con el marco constitucional vigente y con la tradición de la monarquía española. Nadie discute eso. La pregunta relevante no es si puede hacerlo, sino si esa formación es suficiente, prioritaria o representativa de la función que se le asigna.
Porque una cosa es conocer técnicamente el funcionamiento de las Fuerzas Armadas, lo cual es razonable, y otra muy distinta construir una figura simbólica cuya preparación parece orientada casi exclusivamente al eje militar, mientras se descuidan competencias esenciales para la representación política y social del Estado.
En un país con pluralidad lingüística reconocida constitucionalmente, el conocimiento y uso de los idiomas cooficiales no es un gesto identitario ni ideológico, sino una herramienta institucional de cohesión, respeto y legitimidad. No se trata de folklore ni de corrección política, sino de funcionalidad democrática.
La pregunta que se formula, con la incomodidad que genera toda buena pregunta, es pertinente: ¿qué aporta más a la estabilidad y representatividad del Estado hoy, saber pilotar un avión de entrenamiento avanzado o poder dirigirse directamente a la ciudadanía en sus lenguas propias sin intermediarios?
La impertinencia, cuando es argumentada y razonada, no es falta de respeto: es una forma de fiscalización cívica. Y la monarquía, si aspira a ser útil y ejemplar, no puede quedar al margen de ese escrutinio.
Formar a una futura jefa del Estado exclusivamente desde la lógica del artículo 8 de la Constitución, sin equilibrarlo con una preparación cultural, lingüística y social acorde a la realidad del país, no fortalece la institución: la estrecha.
En definitiva, el debate no es contra la formación militar, sino a favor de una formación completa, moderna y coherente con el Estado que se dice representar. Y plantearlo no es deslealtad; es responsabilidad democrática !!
