El presidente del Senado, Javier Rojo, realizó recientemente una serie de declaraciones de las que he entresacado estos puntos, con los que coincido en lo fundamental, y me alegro, pues hacia tiempo que este tipo de afirmaciones no se oían con esta claridad desde la familia socialista.
Por un lado se mostró hace unos días como firme partidario de la configuración de lo que denominó "gobiernos entre diferentes" en Euskadi, con el fin de reflejar en el Gobierno de Lakua, más el efecto dominó correspondiente, la pluralidad de la sociedad, así como símbolo de que ambas formaciones asumen la grandísima responsabilidad que tienen en el futuro del País Vasco.
Por otro lado aboga por un nuevo acuerdo político en el que quepan todos los demócratas. También los recién subidos al carro. Un acuerdo, dijo, que permita que se entiendan las dos almas de Euskadi: la autonomista y la nacionalista, que garantice para todos la posibilidad de hacer política en nuestro País y que haga visible la Euskadi de los próximos 25 años. Evidentemente, ese acuerdo tendrá que formalizarse vía nuevo Estatuto, y el que aprobó el Parlamento Vasco y rechazó el español tendrá que ser, sin duda, una referencia importante.
Un acuerdo político en el que todos los proyectos sean defendibles e incluso realizables, que no es lo mismo, y sí que es importante recalcar, siempre que se atengan a dos principios básicos: legalidad y voluntad popular.
Creo que la noticia está no tanto en lo que se dice, pues es algo que mucha gente lo defendemos desde hace tiempo, sino en quien lo dice. Y para terminar, señalar que hecho en falta voces similares desde otras posiciones, pero como soy optimista, estoy seguro que pronto llegarán.