El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

miércoles, 18 de abril de 2007

Si cumples el reglamento de fútbol, juegas, y si no, no.

Ciertamente algunos debates son muy interesantes. Hay gente que opina que todas las ideas son defendibles y que será la ciudadanía, en los correspondientes procesos electorales, la que convierta a dichas ideas en socialmente aceptables o claramente minoritarias, o incluso, descartables. Yo no lo creo así y pienso que en este tema el matiz es muy importante.

En mi opinión, no todas las ideas pueden ser aceptables, ni permitidas, y por lo tanto, legales. Ha habido casos, que todos recordamos en nuestro viejo continente, que en determinados momentos históricos algunas ideologías han llegado a ser mayoritarias, incluso han ganado con mayorías absolutas en confrontaciones electorales y hoy en día casi todos reconocemos que son claramente repudiables.

Podríamos decir, por hacer un símil deportivo, que cualquiera puede tener derecho a jugar al fútbol, pero lógicamente, a quien quiera hacerlo, se le exigirá, sea quien sea, que respete las normas previamente aceptadas por todos. Cualquiera puede presentar una idea o ideología a unas elecciones si previamente reconoce que acepta las reglas del juego democrático. Si quieres jugar al fútbol con los demás no puedes salir al campo con los tacos que te dé la gana, porque puedes hacer daño a terceros. Tampoco puedes participar al juego de la política con instrumentos no permitidos o prohibidos. Y si alguien los usa debes recriminarlo.

Hoy en Sopelana, un sector de la izquierda abertzale ha culminado el proceso de recolección de firmas para poder presentarse a las elecciones. Si cumple los mismos requisitos legales que se les piden a los demás, me alegro de que decidan medir sus fuerzas con la misma vara de medir que el resto de partidos democráticos. Espero que lo puedan hacer en todo Euskal Herria. La democracia que hoy día todos conocemos es, sin duda, el instrumento menos malo para que todos opinemos y convivamos libres y en paz. El que acepta las reglas juega, y el que no, se autoexcluye. Sin más.