Leyendo el periódico dominical me encontré con una entrevista a Antonio Garriges Walker, de quien hacia mucho tiempo no oía nada, y me he sorprendido a mi mismo coincidiendo con él en tantas cosas como paso a relatar.
-Vivimos en el país occidental que más ha cambiado, en cuanto a la estructura de su sociedad y sus valores básicos. Esto lo dicen la mayoría de las instituciones que hacen este tipo de estudios en muchos países.Tenemos derecho a estar especialmente satisfechos. Y si hemos hecho todo eso, podemos y debemos hacer muchas más cosas aún.
-Intentar negativizar la vida española actual me parece un error profundo. Aquí todo el mundo ha trabajado mucho y bien; si no, no estaríamos donde estamos
-En lo educativo, seguimos siendo un país de segunda y hasta de tercera en algunos aspectos. Y tenemos un déficit tremendo en lo tecnológico. La suma de ambos hace que el futuro sea problemático. Son dos déficits que la sociedad española debe afrontar y que se deben en parte al sectarismo y la radicalidad política que hemos vivido en los últimos tiempos. Si no los resolvemos, no seremos un país puntero.
-Tenemos que lograr que todos los grandes partidos, estatales o autonómicos, se den cuenta de que la polarización no es gratuita y generará grandes problemas.
-Despreciando o ninguneando a la tecnología y a la educación, estamos jugando con las cosas de comer. Mientras, lo que sucede en la vida política española es de una insólita pobreza intelectual mezclada con una demagogia insoportable.
-La culpa de la actual crispación recae en los partidos, que son quienes han polarizado cualquier debate y en la Iglesia, que tiene que refrenarse porque el debate religioso no puede afectar a la estabilidad democrática.
-Los líderes políticos tienen que recuperar como una obligación moral el optimismo. Ser pesimistas y repartir frustración está tirado, y si no tienen esa capacidad para transmitir optimismo y credibilidad ética, deben retirarse.
-Hablando de la emigración, no podemos pedir que vengan cuando nos interesa, que sean trabajadores, disciplinados y resignados, y se vayan de forma ordenada cuando deje de interesarnos. Aquí surgirán movimientos de tipo xenófobo o racista, como ha sucedido en otros lugares. No me preocupa demasiado mientras se mantengan en una dimensión muy reducida, igual que sucede con la extrema derecha o la extrema izquierda. Lo que tenemos que hacer es vigilar para que no crezcan, para que los auténticos demócratas no se dejen arrastrar por todo eso.
-La basura televisiva genera la idea de que por dinero se puede hacer cualquier cosa.
-La ciudadanía ya no acepta la injerencia de la Iglesia en la esfera social y política, y quiere ver la religión como algo que afecta a la conciencia íntima de cada uno.
-Los problemas de la democracia se corrigen con más democracia.
Una docena de ideas entresacadas de una larga conversación que me animan a mantenerme en la idea de que el País y el Estado en el que vivo tienen arreglo a poco interés que pongamos cada una de las partes. Aunque, de momento, haya que seguir "invernando".