Comenta Mikel García Maiza en su blog “Euskal Abertzaleak“ que la bicefalia, durante los años que el PNV ha estado en el gobierno, ha servido para diferenciar discurso institucional y discurso de partido. Es más, muchas veces esa bicefalia le ha servido al PNV para diferenciarse de los demás partidos, y para contrarrestar las criticas por el posible interés partidista del PNV con respecto a Euskadi.
Pero esa bicefalia que era muy valida mientras el PNV gobernaba, y se suponía que seguiría gobernando, desapareció el día que Patxi López apareció en Ajuria Enea.
Ibarretxe abandono el parlamento y dejo de ser la cabeza institucional de PNV dejando al PNV con solo una cabeza, Urkullu, el presidente del partido.
Parecía que esa situación de monocefalia duraría solamente un par de meses o que directamente se renegaría de la hasta ahora necesaria bicefalia y Urkullu se convertiría en la cabeza institucional y del partido.
Pero han pasado los meses y, tal como recuerda Mikel, ni Urkullu ha cogido la cabeza institucional, ni el PNV ha lanzado al espacio político al sustituto de Ibarretxe, y por lo tanto a la nueva cabeza institucional de PNV.
El peligro de este periodo es qué la falta de esa segunda cabeza institucional, y por lo tanto, ese vació de liderazgo desde las instituciones, puede dar la impresión de que al PNV cada día le sale una nueva cabeza, o cabezita, y aquello que en su día era un solo discurso institucional por parte del PNV, se pueda convertir en multitud de mensajes que en demasiadas ocasiones, no solo pueden confundir al posible votante del PNV, sino que pueden dar una imagen de total descoordinación a nivel institucional. Y eso, sin duda, no sería bueno.
Porque si Iñigo Urkullu renovó ayer su llamamiento a los partidos para «articular un nuevo acuerdo que nos permita abordar unidos la lucha para acabar con la violencia» y que actualice todos los pactos contra la banda habidos desde Ajuria Enea, algo que me parece estupendo, así como «construir y asegurar» la unidad «sólida» de los demócratas contra ETA, y seguir «debilitando» a la banda a través de la acción policial y la deslegitimación social de su actividad, esto me parecería incompatible con hacer caso a los sonidos de sirena que se oyen desde otros lugares en forma de llamada a participar de una manera u otra en la estrategia del polo soberanista.