A los pecadores empedernidos nos cabe, al menos, la posibilidad de arrepentirnos, y sabemos que en un determinado momento tenemos más fuerza para volver los ojos a ese Dios que negamos, que aquel que se cree que con su mediocre actuación, poniendo un día sí y otro también una vela a Dios y otra al Diablo, actúa con justicia y se autojustifica.
El tibio, el que nunca se moja e intenta contentar a ambas partes, sin ponerse nunca claramente en contra o a favor de una de ellas, carece de la fuerza necesaria y ni tiene ni tendrá nunca la fuerza para una sincera conversión, porque actuando así le ha ido bien a lo largo de su historia y entiende que a él eso nunca le será necesario.
Pero ¿alguien ha podido creer alguna vez que su racha o su modo de actuar "equidistante" le iba a dar buenos resultados eternamente? Parece que algunos siguen creyendo que es esa la formula mágica.
Otros, por el contrario, creemos que solo una reencarnación que supere la esquizofrénica dualidad actual, en este caso vía refundación o similar, puede devolver al sujeto en cuestión al Olimpo.
Otros, por el contrario, creemos que solo una reencarnación que supere la esquizofrénica dualidad actual, en este caso vía refundación o similar, puede devolver al sujeto en cuestión al Olimpo.