Uribe Kosta está empleándose a tope en el intento de eliminar el plumero de la Pampa de nuestros campos.
El intento es loable, por cuanto había llegado a consederarse plaga en todo nuestro entorno y, como casi todo en la vida, un poco de novedad gusta, pero cuando lo tienes hasta en la sopa, cansa y llega a agobiar.
En Sopelana todavía quedan muchos ligares con esta planta invasora y dañina para la biodiversidad.
Lo que no entiendo de esta batalla recientemente emprendida por nuestras administraciones es la limitación de la campaña a los terrenos de propiedad pública. Si la planta al arraigarse no entiende de dueños ni de municipios, la campaña no puede autolimitarse con la aplicación de dichos parámetros. Algo falla y legislar al respecto no debería de ser tan complicado.