Comenta Manu Montero en EL CORREO de hoy que aunque no se habían ido del todo, desde la izquierda abertzale rebrotan estos días algunos conceptos del periodo anterior, de antes del ‘escenario de paz’, por usar su terminología.
Un término que ha emergido súbitamente en sus últimas declaraciones es el de ‘enemigo’, término que quedó arrumbado cuando el limbo electoralista. Y se oye estos días como si tal cosa. «El PP es el principal enemigo de la paz», anuncian dirigentes de Bildu. El colectivo de presos de ETA asegura que «el enemigo quiere hundir» el proceso de paz. El Acuerdo de Gernika habla de que «los enemigos de la paz continúan actuando como si nada hubiese cambiado». Esta idea de ‘enemigo’ es militarista, pues no hay razones para pensar que se trata de una metáfora.
La conversión a la democracia de este sector sigue siendo precaria, pues el concepto de enemigo no es compatible con la admisión del pluralismo y de los cauces democráticos. Divide el mundo entre los que siguen sus conceptos de ‘paz’ y el enemigo. Suena a amenaza, a pensar que el ‘definitivo’ del cese terrorista es relativo: lo será mientras no se disuelva ETA y mientras siga el hábito histórico de señalar enemigos. El concepto es antagónico con la democracia.
Es un término gravísimo. Sugiere que los caminos a los que alude el lehendakari nuevo siguen con la piedra de siempre en el camino. En Bildu todavía dividen a los demás en agentes y enemigos. Resulta imprescindible no reírles las gracias.