Después de comprobar la acitud de los jefecillos de la banda ayer en el juicio que tuvo lugar en Francia, el post que presento a continuación, escrito por Eusebio Ensunza, en el blog de AberriBerri, es de lectura altamente recomendable :
Probablemente sean muchas más de cien las razones que aconsejen tener cautela ante las promesas y compromisos que Euskadi Ta Askatasuna dice que está dispuesta a asumir, tantas como los muertos y heridos que viene causando desde hace varias décadas. Pero en aras ser breve y a posibilitar un debate ágil, voy a tratar de resumirlas en solamente diez:
1.- ETA (y el resto de organizaciones de suMLNV) conciben la negociación como parte sustancial de la lucha ininterrumpida; no se trata de un alto en el camino, no se trata de la estación final (se lucha para negociar, se negocia para luchar en mejores condiciones). En consecuencia, lo que queda es la lucha contra el enemigo, sin posibilidad de compromiso permanente o estable.
2.- No ha habido -ni la va a haber con toda seguridad- una renuncia desde principios éticos al uso pasado de la violencia. Más aún, recientemente individuos con altas responsabilidades militares en la banda se han mostrado orgullosos de lo realizado, de paso dividiendo a las víctimas de la violencia terrorista entre las que “se lo merecían” (responsables del conflicto) y las otras. Ningún respeto por la condición humana.
3.- Ni ETA ni ninguna de las organizaciones que se hallan inmersas en procesos de debate y refundación (la unidad popular -Sortu- , la organización juvenil -Zukgua-) cierra de un portazo la posibilidad de usar la violencia en un futuro. Evidentemente y por conveniencia táctica, no se concreta la forma que puede adquirir la misma en el desarrollo de esta etapa del proceso revolucionario, pero, con el reciente bagaje histórico del MLNV, la simple admisión de la necesidad de ejercer presión hacia el adversario político no augura que la izquierda abertzale vaya a transitar por la senda institucional de forma normalizada.
4.- Todos los procesos de negociación anteriores han resultado un fiasco, atribuido por ETA y la izquierda abertzale al resto de agentes intervinientes (Gobiernos, PSOE, PP, PNV,…etc.,), sirviendo, eso sí, de campamento base para lanzar una nueva fase en la lucha de liberación. Además con el añadido de que en todos los acuerdos “secretos” entre ETA y las partes implicadas han sido convenientemente aireados en diferentes formatos (desde filtraciones periodísticas hasta libros).
5.- ETA es una organización terrorista clandestina y su propia esencia impide verificación alguna de su actividad o del cese de las mismas (actividad no visible), más allá de la constatación de que no atenta (actividad visible). No es posible que un ente ilegal y clandestino sea verificado por un grupo de “observadores” en sus aspectos precisamente más ocultos: aprovisionamiento, flujos económicos, captaciones, compra de materiales, etc.
6.- ETA ni sus militantes van a colaborar con la justicia en el esclarecimiento de los delitos cometidos durante los años que ha durado su actividad violenta. Al mismo tiempo y sin rubor alguno, el conjunto de organizaciones del MLNV agita la bandera de reparar a “todas” las víctimas, lo que en principio pudiera parecer equidistante pero que en el fondo condena al olvido histórico a buena parte de las personas asesinadas por ETA en hechos todavía hoy sin esclarecer.
7.- En un escenario de desactivación por un largo plazo de la actividad militar, ETA parece tener la intención de perpetuarse como agente político, una especie de “gran hermano” del movimiento revolucionario vasco que fiscalice (o al menos lo intente) al resto de organizaciones y movimientos populares; el mero abandono de la actividad militar no legitima a la banda a perpetuarse y proyecta una sombra de amenaza permanente sobre la sociedad vasca y, también hay que decirlo, sobre la credibilidad de la propia izquierda abertzale.
8.- A pesar de los posicionamientos públicos y privados de la izquierda abertzale sobre la que algunos denominan “violencia de baja intensidad”, lo cierto es que siguen produciéndose actos violentos de diferente intensidad y cualidad, no se ha producido una desaparición de los mismos y, en fechas puntuales (huelgas generales, jornadas de lucha concretas) se ha podido observar un repunte al alza de los mismos; en consecuencia, este tipo de violencia (no sujeta a los marcos de negociación asumidos por la banda), se sigue modulando a conveniencia sin llegar a desaparecer del escenario.
9.- La condición de desarrollo de la actual fase radica en que el antagonismo Pueblo/Estado pueda ser desarrollado sin la intervención directa de una vanguardia revolucionaria, esto es, que se levante una suerte de “ola” frente a las distintas imposiciones del Estado español y que ya no sea necesaria la intervención de la vanguardia armada. Parece evidente que, más allá de movilizaciones puntuales, ese levantamiento no se está produciendo y va aumentando la preocupación en el seno de la izquierda abertzale respecto a la escasa capacidad de movilización/tensión; y como ETA sigue monitorizando el proceso, ante la incapacidad de “los políticos” para antagonizar con el Estado puede tomar otro tipo de decisiones en cuanto a las formas de lucha.
10.- Tras años de observación y estudio de la práctica y teoría de la organización revolucionaria que opera en Euskalerria, no encuentro elementos objetivos (y mucho menos subjetivos)que me induzcan a prever una solución idílica. Por muchos colorines que elijan los jóvenes del movimiento para vestir su debate, a pesar de las maneras cuidadas de Laura Mintegi, a pesar también de ese pretendido aperturismo en los procesos de discusión, me da la impresión de que nos quieren vender que algo está cambiando para en el fondo no tener que cambiar nada. De nosotros depende no tragar el anzuelo.