La influencia del presidente del Athletic ha quedado claramente demostrada. Los miedos internos a presentar la candidatura con seriedad, previamente, han llevado, forzado por las circunstancias, a hacerlo tarde y mal. Resultado a la vista.
Los catalanes no solo se llevan el gato al agua. Se ríen de los prejuicios vascos. Y por aquí, por casa, algunos todavía no terminan de darse cuenta. Así nos va.