Hoy se cumplen 35 años de las primeras elecciones democráticas en la historia de Euskadi a un parlamento vasco. Mucho ha llovido desde entonces pero los avances conseguidos, a pesar de los palos en las ruedas puestos por unos y por otros, han sido claramente significativos y evidentemente positivos para el país.
Al día de hoy muchos demócratas pensamos que sería buena una relectura conjunta que actualizase la carta magna vasca, al igual que la constitución española de la que emana.
Y es ahora también, cuando junto a las voces de siempre que han criticado la apuesta democrática surgida de la reforma española tras la muerte del dictador, aunque siempre se hayan beneficiado de ella por activa o por pasiva, se han sumado los que ahora empiezan a hablar del régimen del 78 con connotaciones negativas. Nada más lejos lejos de la realidad en mi opinión.
A todos ellos decirles que muchos de los que apostamos por ella, desde posturas progresistas, no nos arrepentimos de ello, todo lo contrario, si bien creemos necesario hoy en día sumar fuerzas para regenerar los acuerdos, re-encauzar los pactos, sumar adeptos y actualizar tanto la constitución como el estatuto para las próximas décadas de este siglo XXI.
