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Es obvio que a Podemos no le gusta el calendario electoral. Parece razonable pensar que si estuviese en sus manos lo cambiaría radicalmente pero, hay que reconocer que el mismo es fruto de la diferentes decisiones tomadas en diferentes marcos por muy diferentes motivos.
Parece que el objetivo principal de la nueva formación es La Moncloa y que todas las demás elecciones quedan supeditadas al interés de la primera. En mi opinión, demasiado supeditadas.
El caso es que lo que está sucediendo en Podemos con motivo de la confrontación de los deseos por un lado del consejo ciudadano de Euskadi y por otro del máximo órgano central, en relación a la presentación de candidaturas forales huele y suena sin duda alguna a injerencia del núcleo dirigente que nada tiene que ver con el discurso de empoderamiento ciudadano que desde la misma organización se defiende para la sociedad.