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Cuando Europa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró convertida en un monstruoso amasijo de crisis.
La metamorfosis del proyecto europeo asoma en medio de un aire viciado por las amenazas que proceden de los cuatro puntos cardinales, por media docena de frentes abiertos (Brexit, refugiados, Grecia, Rusia, los líos del euro, el populismo) que se entrelazan como las cerezas de un cesto.
Lo que ha pasado es que el continente se ha convertido en el escenario de una guerra de baja intensidad entre acreedores y deudores, donde la renta por habitante de Alemania crece el 20% en lo que va de crisis; en Italia y España se estanca, y en Grecia cae un 20%.
Y lo que ha pasado va más allá de las cifras: las depresiones acaban transformándose en grandes crisis políticas de consecuencias imprevisibles.
Esperemos que salgamos de ésta ... ¡unidos!