Confieso estar cargado de prejuicios. Admito haber caído en la arrogancia propia del que desconfía de un cartel como el de Bajo Terapia por ser el reparto, casi en su totalidad, un despliegue de caras televisivas.
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Tres parejas se exponen a una inusual terapia en un espacio ideado especialmente para eso y que resulta exactamente como los personajes describen, moderno e impersonal. Saldrán a la luz un sinfín de problemas, algunos más cotidianos, otros no tanto, confesiones, sospechas, verdades y mentiras, un acto público de intimidad. Una comedia muy divertida con un desenlace inesperado al que no se llega como se debería.
Hay mucha fuerza en las tensiones espaciales con las que se juega, las espaldas de algunos personajes en momentos concretos consiguen una rotunda discriminación de personajes y generan cierta incomodidad. Una forma acertada de adelantar acontecimientos.