Como consecuencia directa del paso en falso del 2012, cuando con su golpe de timón al catalanismo embarcó a Catalunya en la actual deriva independentista. Hace seis años Artur Mas atesoraba al frente de CiU más poder institucional del que jamás llegó a detentar Jordi Pujol: presidía la Generalitat con 62 diputados en el Parlament, regía el Ayuntamiento de Barcelona y las cuatro diputaciones y, por vez primera, había vencido en unas generales en Catalunya.
Hoy son historia tanto CiU como la propia Convergència, acechada esta por la financiación ilegal y a la espera de condena por el 'caso Palau'.
El malogrado PDECat ha sido suplantado por el Junts per Catalunya de Carles Puigdemont (34 escaños), derrotado en las urnas por Ciutadans.
Y Catalunya está dividida como nunca, con la autonomía suspendida y la gobernabilidad, en el aire.
De aquella deriva, estos lodos.