Los hay que siguen pensando que es un escándalo confundir a los niños vallecanos con mensajes ajenos a la Navidad. Aún habiendo dejado un juez claro que la drag queen no se tenía que bajar de la carroza, que lo suyo era un acto legal: vamos, tan legal como el artículo 155.
Es verdad que en el acto de la Natividad ni los evangelios de Mateo y ni los de Lucas –un tanto contradictorios, por cierto- solo dan vela en el nacimiento de Jesús a tres Reyes Magos de Oriente y a unos pastores, pero no es menos cierto que al corralón de Belén debió acudir todo el que quiso hasta completar aforo.
Hasta un caganer, ¿no? ¿Por qué no pudo acudir a adorar al niño entonces una drag queen? En el evangelio de Brian, según la versión de Monty Python, unas mujeres disfrazadas de hombres participan clandestinamente en una varonil lapidación. ¿Pudieron algunas de estas intrépidas barbudas colarse llevadas por la intuición femenina de que aquello sería el primer belén de la historia?