elpais.com/Javier Cercas |
En Qué está pasando en Cataluña escribe Eduardo Mendoza que en los últimos tiempos, “especialmente en Cataluña, la figura de Franco y su dictadura se sacan en procesión para justificar actuaciones o invalidar las del contrario” y que “Franco se ha convertido en un referente al que se puede atribuir todo o casi todo cuanto sucede y cuya invocación justifica ideas, sentimientos y acciones”.
Es decir, Franco es una excusa perfecta para no pensar, o, si se prefiere, para pensar sin la más mínima lógica: para pensar, por ejemplo, que una injusticia histórica se puede corregir fomentando un disparate lingüístico.
La pregunta es qué ocurre en una sociedad en que se vuelve común y corriente un tipo de pensamiento que prescinde del vínculo con lo racional, o en el que tal vínculo se vuelve secundario o anecdótico. Y la respuesta es, me temo, que en ese lugar no existe el menor motivo para el optimismo.