El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

jueves, 11 de enero de 2018

Para la mayoría de la población, estamos ante un pelmazo, insistente.

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Se empezó con el televoto y se acabará en la democracia telemática: mítines virtuales, discursos en vídeos, aparición de los candidatos a través de la Red. Ya no hay fronteras para la presencia de un cuerpo mortal. 

Pero la ocurrencia de Puigdemont, de ser investido por Skype y el apoyo al disparate que recibe de parte de su partido indicaría que efectivamente lo del seny era un cuento y lo real es una falta de cordura de secta entre la manía persecutoria, el surrealismo de tramontana y el engreimiento.

Como Merlín o como Maese Pedro con su retablo, falsario y encantador, el galeote huido de la justicia no lleva mono en el hombro pero es ya una especie de hechicero.  

Es difícil de soportar -para los que no comparten la fe en la república catalana e incluso para muchos de los que le votaron- esa tabarra de ruido desapacible, molesto e insistente, con esos gags de martilletes móviles, mientras la mayoría parlamentaria sigue pendiente de la carraca de Bruselas.