El poder de la ley para apaciguar a quien se rebela contra la legalidad vigente historicamente ha servido para que afamados políticos de todos los tiempos a quienes la Justicia encarceló temporalmente, salgan de sus celdas con una visión de la realidad mucho mas abierta y comprensiva con sus oponentes políticos.
Y esto no es solo cosa de los catalanes de hoy. Si no, que se lo pregunten a algunos vascos de antaño. El mismísimo Sabino Arana, ya al final de su vida, tuvo un tropiezo con la Justicia: en mayo de 1902 envió un telegrama al presidente Theodore Roosevelt felicitándole por la independencia de Cuba. El oficial de correos, en lugar de enviar el telegrama a su destinatario se lo mandó al gobernador civil que lo hizo encerrar en la cárcel de Larrinaga, en Bilbao. Estuvo apenas unos meses, pero si no recuerdo mal, curiosamente, al salir del trullo fundó la Liga de los Vascos Españolistas, buscando esta vez "una autonomía lo más radical posible dentro de la unidad del Estado español y a la vez más adaptada al carácter vasco y a las necesidades modernas".
¡Cuántas reflexiones han llegado exclusivamente cuando uno se encuentra rodeado de cuatro paredes poco amigables y alejado del confort familiar!