OSCAR DEL POZO / AFP lavanguardia.com/notas-de-cibeles |
Discrepo de quienes han visto un pinchazo en la manifestación soberanista de Madrid: hubo mucha gente, y no es cuestión de discutir por unos miles de personas arriba o abajo. Como imagen icónica, la Cibeles inundada de estelades es una estampa incorporada ya a la épica del independentismo catalán.
Pero discrepo también de quienes han visto en la concentración humana el gesto definitivo para que el Estado se vea obligado a reconocer directamente la república catalana. Una manifestación nunca es un referéndum.
Pero discrepo también de quienes han visto en la concentración humana el gesto definitivo para que el Estado se vea obligado a reconocer directamente la república catalana. Una manifestación nunca es un referéndum.
Sueño con un país donde sea verdad lo que dijo la doctrina oficial del Gobierno central y el Partido Socialista: que las leyes que permitieron esa protesta son las mismas que se aplican a los políticos actualmente procesados. Es decir, normas que obligan a todos los poderes públicos a respetar los derechos cívicos, al tiempo que son rigurosas para exigir que los titulares de esos derechos cumplamos los deberes legales de un Estado que no es autoritario y tiene la obligación de no colaborar en su propia destrucción.
El día que eso se reconozca, se habrá empezado a encarrilar el llamado problema catalán. Mientras no se reconozca, el diálogo político seguirá siendo emparedado entre un españolismo que se cree perfecto y la negación soberanista de que España no es una democracia, que esa sí que es la gran fake news.
El día que eso se reconozca, se habrá empezado a encarrilar el llamado problema catalán. Mientras no se reconozca, el diálogo político seguirá siendo emparedado entre un españolismo que se cree perfecto y la negación soberanista de que España no es una democracia, que esa sí que es la gran fake news.