«Injusto» volvió a ser ayer la palabra más repetida por el lehendakari durante su discurso con motivo del Día Europeo por las Víctimas del Terrorismo.
En su intervención ha querido destacar que después de la disolución de ETA la tarea pendiente es manifestar al unísono todas las fuerzas políticas parlamentarias vascas algo tan simple como que matar, extorsionar, secuestrar, torturar o agredir ... fue injusto.
Oído así el adjetivo reutilizado suena especialmente suave. Algo así como llamar un par de sopapos a una paliza bien dada.
Pero lo triste de esta historia no es la excesiva moderación del Lehendakari en esta materia al usar ese adjetivo, sino que los que dicen reciclarse desde el mundo declarado claramente pro-violento y anti democrático a terrenos de la democracia burguesa asentada en la que prometen que a partir de ahora cumplirán las reglas marcadas, se hayan negado a aceptar la declaración de Urkullu.
Así va a ser muy difícil que les creamos una palabra a los seguidores de Arnaldo Otegi
Oído así el adjetivo reutilizado suena especialmente suave. Algo así como llamar un par de sopapos a una paliza bien dada.
Pero lo triste de esta historia no es la excesiva moderación del Lehendakari en esta materia al usar ese adjetivo, sino que los que dicen reciclarse desde el mundo declarado claramente pro-violento y anti democrático a terrenos de la democracia burguesa asentada en la que prometen que a partir de ahora cumplirán las reglas marcadas, se hayan negado a aceptar la declaración de Urkullu.
Así va a ser muy difícil que les creamos una palabra a los seguidores de Arnaldo Otegi