lavanguardia.com/Kepa Aulestia |
Los miles de catalanes que se trasladaron el pasado sábado a Madrid para manifestarse tras la pancarta “La autodeterminación no es delito. Democracia es decidir” recurrieron a un eslogan ocurrente, al corear “Hemos venido a despedirnos”.
Una humorada que reflejaba, seguramente, la necesidad de los manifestantes de convertir su marcha por la capital de España en una experiencia distendida, y que permitía a la población anfitriona incluso mostrar alguna que otra sonrisa ante la broma.
Pero el lema representaba mucho más que eso.
Por una parte, dejaba a las claras el sentido preciso que los independentistas dan a la vindicación democrática de la autodeterminación y del derecho a decidir cuando ya han resuelto irse.
Por la otra, y no menos importante, era el conjuro con el que quienes secundaban la consigna trataban de sacudir de sus mentes la evidencia: lo difícil que resulta desconectarse materialmente del Estado constitucional.