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sábado, 16 de marzo de 2019

Es necesario denunciar una y otra vez a quienes inspiran a los brazos ejecutores del odio.

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Si a nivel general, uno de los empeños de los yihadistas es demostrar que no es posible la convivencia entre los musulmanes y los que no lo son, el principal empeño del supremacismo blanco es presentar tal convivencia como algo indeseable que pone en peligro la continuidad de aquello a lo que llaman ‘cultura blanca cristiana’.


Unos y otros se complementan en la escalada de odios que quiere llevar a un choque de civilizaciones, inducida tanto por las acciones de sujetos violentos marginales o de minorías exaltadas como de, y eso es aún más inquietante, por partidos que alimentan el relato del odio y el miedo desde el interior de las instituciones democráticas. Y de eso en España tenemos varios ejemplos.

Para evitar tal escalada no es suficiente con reforzar la seguridad de las mezquitas de medio mundo o desplegar programas de cooperación internacional contra otra forma más de terrorismo global, sino denunciar, una y otra vez más, a quienes inspiran a los brazos ejecutores de este terror desde micrófonos públicos, debates televisivos y medios de comunicación en general.