en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

jueves, 21 de marzo de 2019

Itaca, el juego del ratón y el gato, cuervos y la paciencia de Job.

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Han querido embarcar a los catalanes en un viaje hacia una Ítaca que sólo podía apasionar a aquellos que sienten la identidad catalana como la única posible. No son pocos. Pero están muy lejos de poder hablar democráticamente en nombre de Catalunya entera. 

La precaria mayoría que poseen en el Parlament ha sido desmentida en otras muchas elecciones (generales, municipales). Cada vez que han necesitado reforzar dicha mayoría han fallado. 

Podrían haber actuado como es habitual en las fuerzas políticas convencionales: aplazar los objetivos finales cuando no se cuenta con apoyo suficiente para alcanzarlos. Prefirieron conducir a su gente al matadero y hacer que el país entrara en un círculo vicioso del que será muy difícil salir.

La polémica del lazo amarillo demuestra que el juego del ratón y el gato es el último recurso. Sirve para mantener al baño maría las emociones de los votantes. El victimismo es un juego y hace ya años que los antagonistas del independentismo también saben sacarle tajada.

Por suerte, la tensión (y hasta el odio) que los líderes de uno y otro lado continúan fabricando no ha conseguido encender el país. Sólo las élites políticas se sacarían los ojos como cuervos unos a otros. El resto del país, vote lo que vote, resiste con paciencia de Job, y con un sentido común muy superior al de los profesionales del fratricidio, el desgarramiento institucional y cultural al que los catalanes estan sometidos.