día las elecciones en EE.UU.,
y que nos afecta mucho mas de lo que pensamos.
Llevamos todos estos días en todos los medios, en todas las televisiones, con el tema de Barbara Rey. Es un hartazgo que roza el esperpento.
Pero pocos hablan del Rey Emérito y su comportamiento, cuando es el verdadero culpable de todo lo ocurrido.
¿La censura sigue vigente?

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Que los chicos vayan a clase es una prioridad nacional, me temo que hasta por encima de las necesidades de bares, hoteleros y agencias turísticas, aunque si uno escucha los informativos no lo parezca

Una profesora de secundaria del I.E.S. Maestro Padilla
de Almería corrige unos exámenes
CARLOS BARBA / EFE

elpais.com/opinion/david trueba
No corren buenos tiempos para los profesores. En el tira y afloja por los comienzos del curso, su voz no ha sido la mejor escuchada. Pareciera que los protocolos de separación, ventilación, entrada y salida, desinfectación de material, estampado del felpudo y demás aspectos de intendencia se hayan comido la más importante de todas las lagunas, la de la enseñanza misma. El continente se ha impuesto sobre el contenido. 

Conseguir que acudan en grupos reducidos, controlados, que los desplazamientos sean del menor riesgo no es tarea fácil. Pero queda un sabor a oportunidad perdida cuando sospechas que podríamos haber sentado a los enseñantes a elaborar un modelo educativo de emergencia. A partir de la secundaria hubiera sido inteligente manejar números de alumnos asequibles asociados a tutores que dirijan su tiempo de trabajo en casa y en la distancia con citas puntuales. Si necesariamente no todas las clases serán presenciales, sería más útil incorporar un modelo en el que el alumno trabaja solo, investiga, redacta, prepara exposiciones, bajo el tutor que dirige sus esfuerzos.

No se trata de cambiar nuestro programa académico, pero sí reformarlo. Este año no puede limitarse a ser un parche. Todo es un puñetero desastre expuesto a suspensiones temporales incómodas y constantes. Ya que este va a ser el peor curso de la historia de España, podríamos habernos roto el cerebro para ofrecer a los alumnos la mejor experiencia educativa de sus vidas. Habría bastado imaginación, medios, personal y que cada instituto propulse a sus profesores a una esfera distinta de la habitual.