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jueves, 16 de diciembre de 2021

Las lenguas, las inmersiones y la política de odio.

Es bastante obvio que en España, desde hace siempre, las lenguas han sido utilizadas políticamente como arma arrojadiza.  Por unos y por otros.

Y lo de estos días en Cataluña suena ridículo, porque se ha demostrado a lo largo de los tiempos, desde que en las aulas se practica la inmersión lingüística que los resultados, en general siempre han sido un éxito y ha demostrado ser es el que mejor garantiza la competencia del alumnado en las dos lenguas.

Pero es que incluso los que estan en contra de este tipo de inmersión en España con lenguas de la peninsula, aceptan y ven lógico hacerlo con el inglés o el alemán.

Cualquier persona razonable reconoce que frente a las interesadas y falsas afirmaciones con tintes apocalípticos de la derecha ultranacionalista, el castellano no está en riesgo en Catalunya, ni en ningún lugar del Estado. Son las lenguas minorizadas las que precisan de protección, apoyo y políticas públicas que garanticen su aprendizaje, utilización y el respeto a los derechos de sus hablantes. 

El problema a estas alturas es que la lengua –las lenguas– se ha convertido en un elemento más en la lucha política partidista e identitaria y en esa lucha, casi siempre, lamentablemente, ganan las poderosas, y de esto, algunos teóricos defensores de las minoritaras, se dan cuenta demasiado tarde.