Justo cuando Valentina se va a mudar, su abuelo Fernando le propone hacer una película ȷuntos. Así empiezan a filmar, cada uno con su cámara. Aunque han convivido más de 20 años, es a través de la cámara que se ven como nunca antes lo habían hecho. Ese soplo es un registro íntimo sobre su vínculo, el amor y las pérdidas, en busca de comprender qué significa estar vivos.
Sentado en un cerro, Inaxio lamenta la muerte de su mujer a través de un bertso. Su nieto Ekaitz parece haber sido invocado por su canto y regresa al caserío para cuidar de su abuelo y de los animales que les dan compañía y alimentos. Los dos, con visiones distintas del entorno, se unirán de nuevo y harán frente a las complicaciones del futuro en común.