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Nos recuerda también las palabras de Maixabel Lasa hace ya unos años en una celebración anterior de Homenaje y Reconocimiento Institucional a las Víctimas del Terrorismo : “En efecto, las ciudades y los pueblos vascos van convenciéndose de que recordar el pasado es condición imprescindible para construir un futuro en paz y libertad. Cada vez más lugares quieren erigir espacios visibles, que no pasen desapercibidos, en los que se recuerde que vecinos y ciudadanos inocentes de esos pueblos fueron injustamente asesinados y que el testimonio y el sacrificio ofrecido por éstos, debe ser conocido y reconocido por las nuevas generaciones, como el mejor legado y el mejor servicio que pueden prestar los vivos por los que ya no están entre nosotros.
Pero el mapa de la memoria no es solo una guía útil y necesaria para viajar en el tiempo y en el espacio moral. El mapa de la memoria garantiza y preserva, además, un relato del pasado y una versión de la historia desde la visión del inocente. Una visión que denuncia la perversidad y la falsedad del discurso del verdugo y sus excusas. La memoria y su visibilización se convierten, así, en el mejor y más potente antídoto frente a la administración estratégica del olvido y contra las tentaciones del revisionismo histórico.”
Y ojalá también, termina escribiendo Txema, quienes sostenemos que todas las víctimas de vulneraciones de derechos humanos tienen los mismo derechos (Verdad, Justicia y Reparación) y que no caben discriminaciones en ese ámbito, podamos seguir defendiendo esta iniciativa, porque de ninguna manera comporte que esta equiparación se haga extensiva a las violencias que generaron los distintos sufrimientos. Todas ellas injustas, pero con legitimaciones sociales bien diferenciadas.
La preservación de este tipo de actos respecto a la teoría del conflicto y a la no equiparación de violencias es tarea y responsabilidad de todos y especialmente de quienes elaboran discurso público. Ahí es donde debemos empeñarnos.
Confiemos, pero vigilantes.