Me gusta ir a votar. No he dejado de ejercer mi derecho nunca. Ni yo ni mucha gente de mi entorno. Y ya que hoy comienza la campaña electoral de un pueblo hermano como el catalán, traigo a este blog la reflexión que he leído y me ha gustado en el blog de PGD. Nos dice que puede que algún día lo haga porque no votar también es un derecho, pero aún no ha llegado ese día. El voto es la esencia del sistema democrático representativo. A día de hoy es el mejor sistema que se conoce, aunque sea mejorable. Siempre me queda el derecho de cambiar mi voto si no me gusta lo que se hace y siempre acepto que, aunque el resultado no me guste, es el que ha decidido la mayoría; la suma de un montón de votos de gente diferente que vota por intereses particulares y plurales. Así es el juego.
Pero vuelvo al voto. Coger la papeleta, meterla en un sobre y luego en la urna. Sencillo y mágico ritual pero que debe ser tomado con la mesura y responsabilidad de lo que significa. El sistema es representativo porque se eligen unos representantes que deben tomar decisiones que serán valorados. Es imposible votar todo y a todas horas y es absurdo votar lo que no está en las normas básicas de convivencia o votar aquello que no va a servir para nada. El blog de PGD.