Son dos personas longevas. Ambos han llegado a sus lugares después de que las Instituciones a las que pertenecen y la Historia, hayan hecho una revisión de sus itinerarios.
Cuba tenía que dejar de ser antigua y humanizarse, tenía que prepararse para el tiempo nuevo. El Vaticano tenía que dejar de ser un búnker, una caja fuerte llena de misterios y secretos absurdos.
Si querían seguir siendo de este Mundo, ambas debían dar un paso al frente,... y lo han dado.
Cuando ha sido, y es, norma común que nadie abandone el poder y dé un paso hacia atrás, Fidel Castro lo dio para preparar el nuevo tiempo. También el Vaticano, tras el reinado de Ratzinger debía dar un paso en otra dirección, y lo dío. Y ambos cambios han resultado no solo decentes sino sorprendentes, porque Raúl Castro es capaz de sonreir y se muestra abierto a cambios profundos,... y el Papa Francisco ha hecho y dicho lo que nadie esperaba que hiciera y dijera.
Así que esa cabeza de la fotografía, formada por dos cabezas enfrentadas, tocadas por sendos sombreros, y sin duda ilusionadas por el encuentro, constituyen una sola cabeza, la de la concordia, la del acercamiento.
Imaginaos a Bachar Al Asad y al líder del Estado Islámico, frente a frente, dedicándose una sonrisa y terminando ese conflicto que está costando tantas vidas en Siria y tantos enfrentamientos en Europa!