Mañana, los progresistas franceses no tienen que escoger entre el menor de dos males. Para los demócratas y progresistas franceses, la cita del domingo en las urnas tiene un doble propósito: votar contra el mal en sí mismo, y unirse.
Estamos, quizás, ante el fracaso más importante de los progresistas en toda Europa desde el estallido de la crisis financiera de 2008. Estamos ante una absoluta incapacidad de unirnos y presentar un frente sólido, y una agenda sensible, no sectaria, contra las fuerzas nacionalistas tóxicas y xenófobas que desgarran la Unión Europea.
El último grito de alerta a los progresistas europeos tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas corre también el riesgo de ser ignorado, y de que se pierda otra oportunidad para que los progresistas se unan.
Mélenchon ha perdido una oportunidad de oro para galvanizar a sus partidarios, especialmente a los jóvenes desencantados, y ayudar a derrotar las esperanzas de victoria de Le Pen. Es incomprensible que el candidato de Francia Insumisa haya sido incapaz de enviar un mensaje fuerte a la misma demografía joven que comparte con la líder fascista en lo que se refiere al lado de la historia en el que los jóvenes votantes franceses debieran colocarse.
Igualmente incomprensible es la actitud de Podemos, los compañeros de Mélenchon al otro lado de los Pirineos, donde algunos de sus dirigentes han llegado incluso a hacer llamamientos a la abstención ante las urnas del próximo domingo. La pequeña política partidaria, el dogmatismo, y las maniobras tácticas, no son algo que en este momento los demócratas europeos puedan permitirse.
Todavía estamos a tiempo para librarnos de este mal que se instala entre nosotros, y hay un segundo paso que se convierte en igualmente imperativo: organizar y hacer campaña a favor de una amplia alianza de progresistas internacionalistas de cara a las elecciones legislativas de junio.
Para los demócratas y progresistas franceses, la cita de mañana tiene un doble propósito: votar contra el mal en sí mismo, y unirse.
Luis Martín, de DiEM25.