Lo único que irrumpe con violencia, a borbotones, o muy sutilmente, como la lengua de una ola, es la música de Monteverdi. Cargada de emociones y hasta de locura. Lamentos, madrigales, canciones, ... se encadenan sin tregua. El espectáculo ronda los 100 minutos y exprime hasta la última gota de Jonathan McGovern, el empeñoso barítono inglés que encarna al protagonista. Lo mismo tiene que menearse como un poseso al son de los estribillos orquestales que trepar de barra en barra por los andamios.
Para dar cuerpo y voz a los personajes de ‘Orfeo’, dispone de un equipo de solistas –treintañeros en su mayoría– de calidad desigual y del coro San Juan Bautista Abesbatza que dirige el leiotarra Basilio Astúlez. Gente que irradia energía y desinhibición. Sin perder en ningún momento el compás y ritmo que marca el maestro Karel Valter, al frente de la prestigiosa Orquesta Barroca de Sevilla, con bastantes músicos vascos. Es una agrupación que toca antiguallas maravillosas junto al público de las primeras filas, como sacabuches y largas tiorbas pero no se espanta, en absoluto, ante lo que acontece sobre el escenario.
Brillante, espectacular y muy digna producción del Teatro Arriaga.